Hace muchos años me recomendaron el libro El Secreto y reconozco que lo leí.
No recuerdo casi nada del libro, salvo que me costó terminarlo de leer.
Fue como leer un panfleto de positivismo de corte New Age.
Un adagio al pensamiento positivo y a que con el mismo todos los problemas del mundo se solucionarían, empezando por nuestros problemas personales.
O sea que básicamente bastaría con que tuviéramos pensamientos de abundancia para acabar siendo ricos.
Resulta que la raíz de tener problemas de dinero estaba en nuestros pensamientos negativos, que por alguna razón estaba bloqueando la llegada de los billetes.
Lo mismo se podría decir del amor o de la salud.
Eso es, básicamente, el secreto.
De eso trata el libro de Rondha Byrne.
Eso es básicamente «La ley de la atracción».
De trabajar duro para llegar al éxito o de tomar conciencia de lo que comes estudiando o siguiendo consejos de gente a la que le ha ido bien, nada.
Según Byrne todo depende del pensamiento.
¿No estamos aquí ante una propuesta milagrosa?
Sinceramente, a pesar de que era bastante joven al leer el libro, me di cuenta en seguida que estaba ante una especie de truco malabarista para atraer almas cándidas.
Es más, la experiencia de la vida me ha enseñado un par de cosas:
- Las fortunas se hacen o bien mediante engaños o bien mediante el trabajo duro durante un largo tiempo
- La gente con buena predisposición – o sea aquellos con “El Secreto” – son los más fáciles de engañar por el primer grupo antes nombrado.
Es decir que no me costó mucho llegar a la conclusión de que el libro está hecho por esos que buscan hacer fortunas con el engaño.
Para poder engañar hace falta el otro lado de la ecuación: el engañado.
¿Y qué mejor engañado que alguien que cree que todo el mundo es color de rosas y que todo lo que le dicen es verdad?
Ahí viene el verdadero secreto de los que de verdad ganan fortunas.
El otro grupo, los que ganan fortuna mediante el trabajo duro, son los primeros que ven el engaño que viene escondido detrás de este libro.
En realdad el libro responde a una de las dos visiones que siempre han existido desde el principio de los días.
La vía dura de ganar dinero (el sudor)
La primera es la de hacerse rico, o al menos acercarse, llevando una vida frugal, ahorrando lo que se gana, invirtiéndolo en un negocio y creciendo el capital con el éxito del anterior. Para ello también hace falta un pensamiento positivo, pero no del sentido cándido que nos venden los autores como Ronda. Sino más bien estoico y de sacrificio: me sacrifico hoy para tener el resultado mañana.
Normalmente el trabajo honesto y duro tarda bastante tiempo en dar sus frutos.
Ese es el precio del sudor.
Las cosas buenas tardan tiempo en sacar sus frutos, emulando así una producción agrícola, por poner una similitud básica.
De esa manera algunos de nuestros antepasados pudieron acumular un patrimonio, mientras que aquellos que llevaban una vida más “positiva”, sin sacrificios a corto plazo, se dedicaban a beber y a gastar el exceso de capital en placeres de corto plazo. Al final el sacrificio da su premio y beneficia a los ahorradores. Eso es algo tan viejo como la vida en la Tierra.
Desgraciadamente este método es muy complicado para poder llevar a crear una fortuna muy grande, pues a mayor es el grado de interacción social más necesarias se vuelven las mentiras y menos poder tiene el fruto del trabajo honesto.
Esto es así a medida que tenemos que aumentar las interacciones sociales. Dicho de otro modo, llegado cierto punto es más fácil crecer mintiendo que siendo honesto.
Pero ello no quita que con trabajo y sacrificio se pueda llegar bastante arriba.
La vía fácil de ganar dinero (El Secreto)
Luego tenemos la vía fácil y rápida.
Esta es la vía del Secreto.
Pero con un matiz: que la autora del libro necesita de esa mentalidad en la gente para hacerse rica.
No hay manera más fácil de hacerse rico que engañando a la gente y para hacer esto necesitas a gente que sea bastante crédula.
Si te topas con gente incrédula difícilmente podrás vender pociones mágicas o esas mentarías tan de moda hoy en día.
El mundo está lleno de ese tipo de cosas.
Ya sabemos, solo hace falta darse una vuelta por los lares de internet.
Es una plaga.
Sin embargo, este mundo de los cuentistas es muy lucrativo.
Con poco esfuerzo, bastando solo con la fuerza de la labia, sin poner casi laboriosidad física, es muy posible engañar a grandes cantidades de gente. Solo hay que venderles positivismo y sueños.
Cosas como:
“Puedes vivir haciendo trading en la playa fácil. Solo tienes que comprar mi curso de 2.000$”
Si tienes a gente que vive pensando que todo es positivo y que todo lo que hay alrededor es verdad, y por tanto que todo el mundo le dice la verdad, no será difícil separar a esa persona de su dinero si le vendemos un paquete maravilloso lleno de sonrisas.
En eso consta el Secreto.
El Secreto milagroso en la actualidad
Pues bien, este efecto milagroso de ser positivo y tener éxito es algo que ha ganado prevalencia en la sociedad moderna.
A más que nos modernizamos más que avanzamos ante ese tipo de negocios donde solo priman la “facilidad de palabra” y el “positivismo”.
Cada vez son menos necesarios los trabajos físicos y duros, y de repente estamos en el terreno perfecto para las tramas tipo “El Secreto”: el internet.
A medida que pasan los años este efecto se hace más intenso y las tramas “positivistas” crecen como hongos.
Es una cosa imparable.
Como dije antes, de las dos posibilidades de ganar dinero: la honesta y la deshonesta, la segunda es a la que mejor le va en los entornos de interacciones sociales masivas. De ahí que en el mundo del marketing sea casi imposible no avanzar sin acudir a tácticas engañosas.
Si no lo haces te come la competencia. Al final todo el mundo se ve envuelto en la caza del cliente con tácticas engañosas.
Es algo inevitable.
El mundo del internet es, además, el verdadero catalizador de esto.
Pero el mundo del internet solo fue el principio de lo que está por venir a una escala mucho mayor: el mundo virtual.
Será en el mundo virtual cuando se alcance el paradigma supremo del milagro tipo “Secreto”.
Ahí todo el mundo acabará por ser rico, tal y como propone el libro, pues todo el mundo solo podrá ser positivo en un mundo que en apariencias es infinito.
Se acabaron las restricciones a lo finito del mundo físico.
Lo que pasa es que hay algo que no deja de ser verdad: que lo virtual no es real. El mismo concepto te lo admite de facto.
En un mundo falso, por deducción, solo puede haber felicidad falsa.
En el siguiente vídeo tenemos una opinión interesante sobre este asunto por si te gusta más el formato imagen/audio: